Romanos 12: 2 - 21



La vida cristiana: tener en cuenta a los demás

No sigan la corriente del mundo en que vivimos,
sino más bien transfórmense a partir de una renovación interior.
Así sabrán distinguir cuál es la voluntad de Dios,
lo que es bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto.
La gracia que Dios me ha dado me autoriza a decirles a todos
y cada uno de ustedes que no se entrometan en cualquier cosa,
sino que aspiren a lo que se debe buscar.
Que cada uno actúe sabiamente según el carisma que Dios le ha entregado.

Miren cuántas partes tiene nuestro cuerpo, y es uno,
aunque las distintas partes no desempeñan la misma función.
Así también nosotros formamos un solo cuerpo en Cristo.
Dependemos unos de otros y tenemos carismas diferentes
según el don que hemos recibido.



Si eres profeta, transmite el conocimiento que se te da;

si eres diácono, cumple tu misión;

si eres maestro, enseña;

si eres predicador, sé capaz de animar a los demás;

si te corresponde dar, da con la mano abierta;

si eres dirigente, actúa con dedicación;

si ayudas a los que sufren, muéstrate sonriente.



Que el amor sea sincero.
Aborrezcan el mal y procuren todo lo bueno.
Que entre ustedes el amor fraterno sea verdadero cariño,
y adelántense al otro en el respeto mutuo.
Sean diligentes y no flojos.
Sean fervorosos en el Espíritu y sirvan al Señor.

Tengan esperanza y sean alegres.
Sean pacientes en las pruebas y oren sin cesar.
Compartan con los hermanos necesitados, y
sepan acoger a los que estén de paso.



Bendigan a quienes los persigan; bendigan y no maldigan.
Alégrense con los que están alegres, lloren con los que
lloran.

Vivan en armonía unos con otros.
No busquen grandezas y vayan a lo humilde; no se tengan por sabios.

No devuelvan a nadie mal por mal, y que todos puedan
apreciar sus buenas disposiciones.

Hagan todo lo posible para vivir en paz con todos.



Hermanos, no se tomen la justicia por su cuenta, dejen
que sea Dios quien castigue, como dice la Escritura:
Mía es la venganza, yo daré lo que se merece, dice el Señor.

Y añade: Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer;
si tiene sed, dale de beber: así le sacarás los colores
a la cara.
No te dejes vencer por el mal, más bien derrota al mal
con el bien.



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