Padre Pío, Francesco Forgione, nació en Pietrelcina,
el 25 de Mayo de 1887 y falleció en San Giovanni Rotondo,
el 23 de septiembre de 1968.
Fue beatificado el 2 de mayo de 1999 y el 16 de junio del 2002,
Juan Pablo II lo canonizó bajo el nombre de San Pío de Pietrelcina.
Padre Pìo estuvo siempre inmerso en las realidades sobrenaturales.
No era solamente el hombre de la esperanza y de la
confianza total en Dios, sino que infundía,
con las palabras y el ejemplo,
estas virtudes en todos aquellos
que se le acercaban.
Sin duda alguna lo que ha hecho famoso al Padre Pío
es el fenómeno de los estigmas: las cinco llagas
de Cristo crucificado que llevó en su cuerpo
visiblemente durante 50 años.
Su sangre y cuerpo emanaban un aroma celestial,
a flores diversas, que acariciaba no solo a los
asistentes a sus Misas, sino también a quienes se
encontraban con él en otras ciudades del mundo,
a través de sus dones de bilocación
( la facultad de estar en dos lugares al mismo tiempo).
Otro de los dones que más impresionaba a la gente
era que podía leer los corazones.
Se le atribuye miles de milagros, aquì algunos:
Una señora, mujer de un empresario naval, era huésped
de su hija en Bolonia. Tenìa un tumor maligno en un brazo
y la señora con la ayuda de su hija decidió hacerse operar.
El cirujano aconsejò tener paciencia y esperar, por lo
tanto posteriormente fijarìa la fecha para la intervención
quirúrgica. En la espera el marido de la hija mandó un
telegrama al Padre Pío; suplicando por la salud de su suegra.
A la hora en que el telegrama llegó a manos del Padre Pío,
la señora, que estuvo sola en el cuarto de estar de la casa
de la hija, vio abrir la puerta y entrar a un fraile capuchino.
"Soy el Padre Pío de Pietrelcina" le dijo. Después de
preguntarle algunas cosas del cirujano, la exhortò a tener
confianza en la Virgen, el Padre Pìo le hizo una señal de la
cruz en el brazo, por lo tanto, saludándola, salió.
La señora llamó a la camarera, la hija y el yerno.
Preguntó porque hicieron entrar al Padre Pío sin anunciarlo,
pero le contestaron que no lo vieron y que, en todo caso,
no abrieron la puerta a nadie. Al día siguiente el cirujano
visitó a la señora para prepararla para la operación, pero no
encontró ningún tumor. El tumor se desapareciò apenas el
Padre Pìo le diò la bendiciòn. Padre Pío estuvo ahí sin salir
de su convento.
Durante la segunda guerra mundial, en Italia, el pan se racionó.
En el convento del Padre Pío había siempre muchos invitados más
los pobres que siempre iban allí pidiendo comida. Un día los
Frailes se encontraron con que apenas tenían dos libras
aproximadamente de pan. Todos los hermanos oraron antes de
sentarse a comer. El Padre Pío entró en la Iglesia, y rato después
regresó con muchísimo pan en sus manos. El Superior le preguntó
al Padre Pío: "¿Dónde usted ha encontrado pan?” El Padre Pío contestó:
“me los dìò un peregrino en la puerta". Nadie habló, pero todos
pensábamos que sólo el Padre Pío podía encontrar a ese peregrino.
Testimonio del Padre Ascanio:
- "Nosotros estábamos esperando al Padre Pío que tenía que
venir a confesar a los penitentes. La Sacristía estaba llena de
gente y todos estábamos pendientes de la puerta para ver cuando
entrara el Padre Pío. La puerta estaba cerrada; cuando de repente,
yo vi al padre Pío que caminó sobre las cabezas de las personas;
dirigiéndose luego para el confesionario: posteriormente
desapareció. Después de algunos minutos, comenzó a confesar.
Yo no dije nada, y pensé que estaba soñando, pero cuando
me lo encontré le pregunté: ¿”Padre, Pío Cómo usted ha logrado
caminar sobre a las cabezas de las personas? ".
Ésta era su respuesta cómica: "Puedo asegurarte mi niño,
igual que caminar en un suelo... ".
Gianna Vinci me relató en Roma uno de esos milagros que le
dejan a uno boquiabierto. En cierta ocasión, una mujer enferma
de cáncer rogó a su marido, agnóstico, que la llevase a
San Giovanni Rotondo, pues había oído que el Padre Pío obraba
milagros. El hombre puso una condición: esperaría fuera de la
iglesia. Así que entró sola la madre con su hijo de diez años.
Gianna Vinci estaba allí y lo vio todo. La mujer se arrodilló
en el confesionario del Padre Pío mientras éste indicaba al
niño que avisase a su padre. El chiquillo obedeció:
"¡Papá, te llama el Padre Pío!", le dijo en la puerta.
Pero aquel niño... ¡era sordomudo! Emocionado, el padre acabó
confesándose y su esposa quedó curada del cáncer al instante.
Los Perfumes del Padre Pío
La osmogenesia es un carisma poseído por algunos Santos.
Tal carisma, en algunas circunstancias permitió percibir
a distancia perfumes particulares. Tales perfumes son
definidos como olores de santidad. El Padre Pío poseyó
tal carisma y tales fenómenos fueron tan frecuentes para
él que la gente común fue acostumbrada a definirlos como
los Perfumes del Padre Pío. A menudo el perfume emanó de
su persona, de los objetos que tocó o de sus vestidos.
Otras veces el perfume fue perceptible en los lugares
por donde pasó.
Un día un conocido médico sacó de la llaga del costado
del Padre Pío una venda que fue usada para taponar la sangre.
Él guardó la venda en un estuche para llevarla al
laboratorio de Roma, para analizarla. Durante el viaje,
un Oficial y otras personas que estuvieron con él dijeron
sentir el perfume que generalmente el Padre Pío emanaba.
Ninguna de aquellas personas sabía que el médico tenía en el
bolso la venda empapada de la sangre del Padre Pío.
El médico conservó aquel paño en su estudio, y el extraño
perfume impregnó por largo tiempo el entorno, tanto que los
pacientes que fueron de visitas pidieron explicaciones.